24 de abril de 2012

La palabra camina con la utopía

La palabra camina con la utopía

Camina el silencio adentro y Naiala sigue quieta
es pequeña, es utopía y con corazón de abuela
porque nació en Lanzarote con mirada sin fronteras.
Su madre le da la teta mientras mira a las estrellas
que titilan despacito, con brillo de tierna arena
con la fuerza que el Atlántico le regalara su abuela.

Siento como la Vida…

Tuvo que parar. La puerta del tiempo abrió sus venas. Y recordó:
-¡Alto! ¿A dónde vas?, ¿qué haces con ese lápiz escribiendo en la libreta?
-Sí, son cositas que me dieron al crecer en esta tierra.
-¡Sabes que no está permitido: ni música ni poemas!
-Ya lo sé, hermano mío, conozco dónde nací y lo que tu ley encierra.

El furgón gris, seguía con el motor en marcha. Su sonido ronrroneaba dolor. Cristales protegidos por negras barritas metálicas, como códigos de barras que encierran las libertades.
Dos seres humanos: frente a frente. Otros siete, con las armas en el pecho, miran a todos lados, con sus mentiras a cuesta.
Sopla una ráfaga de dulce viento. El tiempo se detiene.
Noté como el corazón ablandaba su acelerado ritmo.

-¿Qué pasa?
Se había abierto una ventana y un anciano, con la mujer a su lado, asomaron dos lindas rosas alzadas entre sus manos.
El olor a té caliente recorrió toda la calle y las armas cayeron al suelo. Ocho serpientes, zigzagueantes buscaban su arénica cueva.
Una luz y otra y otra, iban impactando el aire como anuncios de una próxima fiesta.
Abiertas quedaron todas, las puertas y las ventanas. Los rostros se humanizaron.
Sopló y sopló el esperanzado tiempo y el interno silencio se hizo manifiesto…

Efrén, Yerobel, Kenai, Ilham, Carolín y Naiala, con los ojitos muy abiertos miraban a su bisabuelito, Agustín, narrar y narrar los cuentos nacidos de la experiencia y de la eterna esperanza. Carmela, su bisabuelita, le susurraba: cuéntales, cuéntales,… mi hermoso cielo, diles cómo el Sáhara logró ser libre, ser lo que es hoy, el pueblo que logró derrotar a la violencia con la unión de todos los pueblos del mundo, con la paz, el diálogo y los abiertos caminos.
-Sí, amor mío, contarles quiero cómo lo aparentemente insuperable, es sólo un espejismo, el de la sumisa mente, el del no incoherente. Contarles, contarles quiero, cómo de alegre utopías es de lo que son adentro.
Una nueva flor nacía en el desierto y cada palabra era gota de futura agua tierna.
Autor: Tino J. Prieto Aguilar


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Autor: Tino J. Prieto Aguilar
Las Palmas de Gran Canaria
Islas Canarias
África insular

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